Innovación organizacional
Innovación organizacional
Desde que las tecnologías de propósito general irrumpieron en la forma de producción de las sociedades humanas, se ha observado que el aprovechamiento pleno de los beneficios que impulsan requiere de “inversiones complementarias” como capital humano, rediseño de procesos organizacionales y modelos de negocios. Dichas inversiones intangibles no son sencillas de medir pero tienen un impacto de corto y largo plazo sobre la producción.
De hecho, diversos estudios (Brynjolfsson, Rock y Syverson 2018) indican que la “paradoja de la productividad” de Robert Solow sería un proceso de adaptación entre que la nueva tecnología se encuentra disponible pero la sociedad en su conjunto está realizando inversiones intangibles y redefiniendo la producción para aprovecharla. Un claro ejemplo es el descubrimiento de la electricidad: se observa un largo retardo (lag) entre la invención de la tecnología y la adopción por parte del sistema productivo en su núcleo de negocio. En este caso, dicho retardo fue de una generación (op.cit).
En esta ficha, nos centraremos en aquellos aspectos de inversión complementaria intangible que produce la innovación organizacional. Las nuevas tecnologías de uso general tienen una capacidad significativa de transformar la sociedad, afectando sus estructuras sociales y económicas. Así ha sido desde la máquina a vapor, la electricidad e internet (por mencionar algunos hitos). La creación de nuevos activos, nuevas formas de emplear al capital y al trabajo existentes se da inevitablemente, aunque no de manera inmediata.
Mientras que el proceso de adopción va desarrollándose, las organizaciones invierten en rediseñar sus estructuras, la forma de organizar el trabajo y crear valor. Esto puede observarse de varias maneras: a través de la demanda de trabajadores más calificados en donde las decisiones son más basadas en equipos pero a su vez cada individuo tiene mayor autonomía en la forma de aplicar su fuerza de trabajo, dejando espacio para la creatividad.