De acuerdo a la OIT, aprendizaje es toda forma de educación y de formación que se rige por un contrato de aprendizaje, que permite a un aprendiz adquirir las competencias requeridas para ejercer una ocupación mediante una formación estructurada con una remuneración u otra compensación financiera, en el trabajo y fuera del trabajo, y que conduce a la obtención de una cualificación reconocida. Es decir, que el término “Aprendizaje” en este contexto coincide en buena medida con la modalidad formativa también conocida como “formación dual” en varios países de nuestra región.

El aprendizaje se caracteriza por los siguientes aspectos:

1. Pertinencia: debe ser relevante para las necesidades del mercado laboral y las demandas de los empleadores. Debe proporcionar a los trabajadores las habilidades y competencias necesarias para desempeñarse en su campo de trabajo de manera efectiva.

2. Inclusividad: debe ser accesible para todas las personas, sin importar su género, origen étnico, discapacidad u otras características personales. Debe promover la igualdad de oportunidades y eliminar cualquier forma de discriminación en el acceso y la participación en programas de aprendizaje.

3. Aprendizaje a lo largo de toda la vida: destaca la importancia de promover el aprendizaje continuo a lo largo de la vida laboral de las personas.

4. Enfoque práctico: destaca la importante que los trabajadores adquieran habilidades y conocimientos aplicables directamente en el entorno laboral, a través de la participación en actividades prácticas, proyectos reales y situaciones laborales simuladas.

5. Evaluación y reconocimiento: se debe contar con sistemas de evaluación y reconocimiento de los logros y competencias adquiridas a través del aprendizaje. 

En resumen, el aprendizaje, debe ser pertinente, inclusivo, continuo, práctico y contar con sistemas de evaluación y reconocimiento. Estos aspectos contribuyen a mejorar la empleabilidad de las personas, promover la equidad y el desarrollo sostenible en el ámbito laboral.