Evalu-acción: modelo de evaluación de políticas y programas de formación con enfoque de género
Diseñar una política para el mejoramiento de la calidad y equidad de la formación, requiere contar con un modelo de evaluación consistente. Esta fue una de las líneas de acción del Programa FORMUJER en la confluyeron recursos y aportes no sólo del propio programa, sino del BID, la Unión Europea y, posteriormente, del Instituto Vasco de la Mujer. El resultado fue la elaboración de un Modelo de Evaluación con enfoque de género con instrumentos e indicadores para caracterizar y analizar tanto la apropiación e institucionalización de los enfoques de empleabilidad, equidad y perspectiva de género en las IFP como para definir y analizar los perfiles objetivos y subjetivos de la población destinataria y los cambios y resultados logrados por la formación en términos de mejoramiento de la empleabilidad, la participación ciudadana y la conciencia de género.
Fue aplicado en la evaluación Intermedia del Programa FORMUJER, enriquecido y ampliado para su aplicación en el FORMUJER Argentina revisado y mejorado en la evaluación final del FORMUJER, transferido y aplicado en el Programa PROIMUJER de Uruguay y en otras intervenciones en España lo que conducido a su validación y mejoramiento constante.
El propósito, ha sido obtener una información significativa y sistematizada que sirva como:
A nivel interno de las Instituciones y Programas:
- Herramienta de aprendizaje: promover un aprendizaje compartido que influya en la realización de cambios positivos de los modelos de evaluación existentes.
- Herramienta de gestión: Ofrecer complementariamente un "check list" que, de un modo rápido y sencillo, posibilite cotejar las presencias o carencias de un enfoque de género en todas las vertientes de planificación y ejecución de un Programa, así como rastrear su evolución y vicisitudes a lo largo del tiempo.
- Herramienta de información: Poner al alcance de gestores y evaluadores nuevos indicadores pertinentes y fuentes sistematizadas de recogida de datos sobre las personas beneficiarias que faciliten un seguimiento longitudinal y completo de sus trayectorias vital-profesionales y que logren situar a éstas como agentes fundamentales del propio proceso evaluativo.
A nivel externo:
- Herramienta de comparación y contraste entre diferentes intervenciones, para generar parámetros que faculten marcos comparativos y una socialización más profunda y sistematizada de los logros y barreras detectados. El modelo propuesto elegió centrarse, de una parte, en los efectos e impactos de la formación en sus usuarios y, de otro, en los procesos de cambio operados en los diferentes actores de los sistemas; es decir, en el grado de avance en sus compromisos, en la profundidad de la cooperación interna y externa que desarrollan. Se ha apostado por una evaluación de tendencias y procesos desde la convicción de que la interacción programa/organización o programa/sistema es decisiva para interpretar cualquier tipo de actuación y es nodal para la sostenibilidad. El éxito de un programa no puede medirse si no se incorpora una mirada le otorgue significado y valor referenciado a su contexto. En definitiva, la evaluación, así concebida es una herramienta de transformación (conocer para transformar), que coloca en el centro del análisis a los sujetos, que da cuenta de lo que ha pasado (los qué) pero también de sus causas (los porqué y cómo) y, por encima de todo, pretende arrojar luz acerca de las alternativas para la mejora permanente de las intervenciones, concibiéndola como una fuente de aprendizaje participativo para el conjunto de adores comprometidos en la acción.
Incorporar el enfoque de género en las políticas y programas de formación y empleo supone emprender un proceso comprometido y profundo de reestructuración, innovación, mejora continua de la calidad y la equidad de las políticas y programas. Es decir, implica una revisión profunda de los propios cimientos de dichas políticas. Por ello es clave gestionar su adopción a partir de actuaciones innovadoras y mostrar la profunda relación entre género, innovación y calidad de las intervenciones.
Ello implica:
- Evitar concebir la perspectiva de género como una cuestión estrictamente de participación numérica igualitaria de mujeres y hombres
- No confundir la adopción del enfoque de género con un mero "tratamiento igualitario" a beneficiarios y beneficiarias.
- Dejar de tratar a las personas beneficiarias - mujeres y varones - como un colectivo homogéneo.
- Tener en cuenta otras dimensiones aparte de las meramente profesionales (incorporar elementos subjetivos).
- Considerar, en toda su extensión, las implicaciones que, de cara al empleo, poseen las relaciones de género tanto a nivel social como individual.
- Tener siempre presente que el perfil profesional de las personas forma parte de un perfil psicosocial más amplio. Ambos se retroalimentan y se determinan. No basta con actuar sólo sobre las competencias específicas o técnicas sino que se hace necesario intervenir sobre otros aspectos más subjetivos: autoestima, expectativas, motivación, etc., en definitiva formar para la empleabilidad y la ciudadanía y, ante todo, reforzar el protagonismo de las personas en los procesos de enseñanza-aprendizaje y en la definición y gestión de sus Proyectos Ocupacionales.
- Plantear intervenciones integrales y comprometidas activamente con objetivos de innovación y mejora de la calidad.
- Otorgar protagonismo a los y las participantes en los procesos de cambio.
Los núcleos de análisis del modelo de evaluación fueron:
- Beneficiarias/os: identificación del perfil y la evolución sociolaboral de las beneficiarias en general, varones y mujeres, previendo un seguimiento amplio de sus trayectorias sociolaborales así como de su participación cuanti-cualitativa en los sistemas de formación, con focalización preferencial en colectivos femeninos de bajos ingresos.
- Resultados en materia de beneficiarias/os – inserción laboral, participación en el desarrollo de nuevas actividades económicas, calidad y sostenibilidad del empleo, niveles de empleabilidad, diversificación profesional, mejora en los ingresos, conciliación de roles entre varones y mujeres –; entorno – ruptura de barreras y estereotipos sociales respecto al trabajo de las mujeres, cambio de valores en los actores del sistema productivo y reproductivo, tanto en lo que respecta al papel socioeconómico de las mujeres como al compromiso de dichos actores con las problemáticas de exclusión social, institucionalización de los logros en materia de género dentro del programa y del organismo encargado de su desarrollo.
- Procesos, enfoque innovador/tradicional del programa y grado de proximidad con las realidades de sus usuarias/os y del mercado de trabajo, participación activa de las/os actores implicadas/os, inclusión expresa o no en el mismo del enfoque de género y a qué nivel.
La adaptación realizada para la aplicación en Argentina incorporó modificaciones y complementaciones en : las unidades de análisis; las dimensiones o áreas de indagación para cada una de ellas y sus indicadores; los instrumentos para recoger información; la integración de los procesos de sistematización y evaluación. En cuanto a la población meta, se entendió que la adquisición de las competencias de empleabilidad y la construcción del proyecto se constituyen, en el ámbito de la formación, en prueba e instrumento de evaluación.
La atención al proceso de construcción del proyecto resulta tan importante como la de los resultados alcanzados en el mundo laboral; la evaluación que puede hacerse durante dicho proceso corresponde a la evaluación de competencias de empleabilidad.
El enfoque de proyecto hace posible, además, contextualizar las competencias para la empleabilidad al vincularlas a las características del entorno y de los grupos y personas. Esta contextualización tiene su impacto en las metodologías utilizadas por las instituciones en la formación y lleva necesariamente a poner el foco en el sujeto que, desde su situación histórico-social, contribuye a definir los contenidos de la empleabilidad y las formas más pertinentes de abordarla en un proceso de formación.
En términos de estrategias formativas, esto conlleva el uso de metodologías que hagan eje en la reflexión individual y grupal, el uso de lenguaje oral, la participación, el desarrollo de procesos diferenciados, etc.
Recursos didácticos