Panorama laboral 2015
La tasa de desocupación de América Latina y el Caribe aumentó en 2015 por primera vez en cinco años a 6,7%, ocasionando que al menos 1,7 millones de personas se sumen a las filas de quienes buscan empleo sin encontrarlo, de acuerdo con el informe anual de OIT difundido hoy, en el cual se registra el impacto de la desaceleración del crecimiento económico en el mercado de trabajo.
Este Panorama Laboral 2015 de América Latina y el Caribe contiene una síntesis de la evolución económica de los países de la región con los datos más recientes y un análisis de los impactos registrados en los mercados laborales, así como los esperados para el año 2016. Además, contiene un análisis temático sobre el trabajo doméstico en la región, en particular una evaluación de los avances y retos en su formalización. Se trata de alrededor de 18 millones de ocupados (en su mayoría mujeres), que representan cerca del 7% de la fuerza laboral de la región.
Desde hace tres años, la región de América Latina y el Caribe ha estado afectada por una desaceleración económica cuyos efectos acumulados se pueden describir como una “crisis en cámara lenta”. El pleno impacto de esta desaceleración en los mercados laborales se ha sentido en el año 2015 y se espera que continúe en 2016, aun si en 2016 mejora la tasa de crecimiento económico. El desempleo regional, que había alcanzado mínimos históricos de 6,2% en 2014, subirá en 2015 a 6,7% a nivel nacional. Esta es aún una cifra moderada, si se la compara con las tasas de hace más de una década. Pero este es el primer aumento significativo de la tasa de desocupación abierta en cinco años. Y significa 1,7 millones de desocupados adicionales en la región, lo cual eleva el número de desocupados en la región a casi 19 millones.
Una mayoría de los nuevos desocupados son mujeres y hay también una alta proporción de jóvenes. Así como la desaceleración se expresa a diferentes velocidades, con unos países más vinculados a la economía norteamericana, creciendo a tasas más altas, otros más afectados por el llamado “efecto China” sobre la demanda y precios de los productos primarios, y otros en abierta contracción, así también sucede con las tasas de desocupación.
Estas suben de forma más moderada en Centroamérica (de 6,1% a 6,7%) y el Caribe (de 8,2% a 8,5%), con México registrando incluso una baja de 5,0% a 4,4%. Mientras que las mayores alzas en la tasa de desocupación al tercer trimestre de 2015 se registran en promedio en América del Sur (de 6,8% a 7,6%), principalmente por la influencia de Brasil. La tasa de desocupación es solo uno de los indicadores sobre el estado y evolución de los mercados de trabajo.
El Panorama Laboral 2015 no estaría completo sin tomar en cuenta otros indicadores sobre ingresos laborales y calidad del empleo. Las noticias en relación con estos otros indicadores tampoco son buenas. Revirtiendo una tendencia observada en la última década, la participación del empleo asalariado ha caído (-0,35 puntos porcentuales en 2015) y se ha registrado un crecimiento del empleo no asalariado. Asimismo, el empleo registrado ya ha caído en dos de 9 países, lo cual no se había observado en años previos. Los salarios medios han continuado creciendo pero a tasas menores a las observadas en años previos (0,3% en el año 2014, menor al 1,1% del año 2013), y los salarios mínimos han crecido en 2015 en 2,0% con gran dispersión entre países. Si bien a 2014 aún ha crecido la cobertura de la protección social en salud o pensiones, es probable que la reducción observada en la velocidad de creación de empleo asalariado afecte también estos indicadores en el corto plazo. Todos estos son signos de que puede estar aumentando la informalidad, que ya alcanzaba a 130 millones de trabajadores a finales del año 2013.
Este Panorama Laboral 2015 contiene también una predicción de la tasa de desocupación regional para el año siguiente: se espera que esta tasa, con datos a nivel nacional, aumente a 6,9% en 2016. En síntesis, los países de América Latina y el Caribe necesitan tanto respuestas de corto plazo, para mitigar los impactos negativos de la desaceleración y retornar a una senda de crecimiento, como acciones para enfrentar los problemas estructurales de larga data y que apuesten al crecimiento sostenido, inclusivo y sostenible con empleo pleno y productivo y trabajo decente para todos, es decir, para avanzar hacia el Objetivo 8 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en el mediano y largo plazo.