¿Cómo se expresan las representaciones de género en el mundo del trabajo actual?

El trabajo es en el mundo contemporáneo:

  • la fuente primordial de inclusión y de valoración social,
  • una condición central para la autonomía,
  • un componente esencial del proyecto de vida y de la autoafirmación de hombres y mujeres.

Pero también es uno de los espacios centrales de generación de la inequidad porque en él se entrecruzan las diversas dimensiones de la actividad humana: lo personal, lo relacional, la interacción con el entorno y la demostración de capacidades y saberes para obtener resultados en términos de producción material y de transformación de la realidad.

A partir de las dos últimas décadas del siglo XX, el mundo del trabajo se ve sacudido por la por la irrupción de un nuevo paradigma laboral caracterizado por:

  • La incorporación creciente y definitiva de las mujeres.
  • Cambios de la naturaleza, la organización y los contenidos del trabajo.
  • El empleo de masas, estable y previsible así como la formalización de las relaciones laborales ya no son los rasgos determinantes. Se debe enfrentar:
    • la insuficiencia de ofertas de empleo formal,
    • la obsolescencia de ocupaciones y actividades,
    • la significación creciente de la economía informal,
    • la irrupción de modalidades alternativas de contratación,
    •  la atención de una fuerza de trabajo en constante crecimiento.
  • Globalización asociada a la innovación tecnológica. Se traduce en creación de empleo en pequeñas cantidades, con alta preeminencia de la micro y pequeña empresa (MyPE) y mediante estrategias de alianzas y cooperación.
  • Heterogeneidad: Se convive con la diversidad, la flexibilidad, la transitoriedad y los proyectos a corto plazo.
  • El trabajo se crea vinculado a lo local y a los nuevos nichos de empleo.
  •  Se asiste a un universo de inserciones alternativas: trabajo a tiempo parcial, teletrabajo, etc. y el trabajo en la economía informal da cuenta de la mayoría de los empleos creados en las sociedades en desarrollo.
Todo ello se traduce en contracción del empleo en calidad y cantidad generando un escenario de déficit de trabajo decente.
Trabajo decente: trabajo productivo en condiciones de dignidad, equidad, seguridad y libertad, en el cual los derechos son protegidos, se cuenta con remuneración adecuada, igualdad de oportunidades, protección social, derecho a voz y representación.


La concepción y promoción del trabajo decente es uno de los aportes más significativos de la OIT para las políticas nacionales y mundiales de desarrollo. Avanzar hacia su logro ha sido asumido por los gobiernos y por el Sistema de Naciones Unidas como el mayor desafío para poder enfrentar la pobreza y construir un desarrollo sostenible e incluyente. Ante la crisis del 2009, este desafío fue recogido en el Pacto Mundial para el Empleo, adoptado por la OIT, mediante el cual se convoca a los países y los actores sociales a poner el Trabajo Decente en el centro del abanico de políticas de reactivación, como la mejor forma de superar la crisis y, por ende, combatir la pobreza creciente.

Las representaciones de género se trasladan al ámbito laboral e interactuando con las condicionantes económicas y productivas fundamentan:

  • la división sexual o por género del trabajo: la forma en que se divide el trabajo entre los hombres y mujeres de acuerdo a los roles asignados que puede variar de acuerdo a las culturas. Explica que se hayan reservado a la mujer los puestos más alejados del poder de decisión y prolongado los hábitos hogareños, adjudicándole las tareas asimilables y más rutinarias, menos creativas y escasamente valoradas, alejándolas de los empleos técnicos, con alto contenido tecnológico o con las mejores perspectivas de desarrollo de carrera;
  • la asociación entre trabajo productivo y remunerado y trabajo reproductivo y no remunerado. El primer adjudicado históricamente y en la amplia mayoría de las culturas, de manera prioritaria a los hombres y el segundo a las mujeres.

Ambas dimensiones generan:

  • inequidades y discriminaciones,
  • segregación ocupacional por género,
  • Discriminación en el trabajo: cualquier distinción, exclusión o preferencia que tenga por efecto anular o alterar la igualdad de oportunidades y trato en el empleo y la ocupación" (Convenio 111- OIT) Esta distinción puede basarse en motivos de sexo, raza, color, religión, opinión política, ascendencia nacional u origen social, etc. Toda discriminación presenta una característica común: supone dispensar un trato distinto a las personas atendiendo a sus características lo cual entraña un menoscabo de la igualdad de oportunidades y de trato.
  • Discriminación directa: Trato diferenciado que se da a una persona o grupo en base a uno de los motivos prohibidos por el ordenamiento jurídico y perjudicial para el colectivo que lo recibe.
  • Discriminación indirecta: Cualquier disposición o práctica aparentemente imparcial que redunda en perjuicio de un colectivo de personas trabajadoras. Actualmente es la forma de discriminación más frecuente.

El carácter arraigado de la discriminación la hace a menudo invisible y, por consiguiente, difícil de combatir, especialmente cuando se trata de las formas más sutiles. Frente a las diferentes formas de discriminación, surge la necesidad de adoptar medidas de discriminación positiva o acciones positivas, es decir, medidas carácter temporal dirigidas a suprimir y prevenir la discriminación o a compensar las desventajas de partida resultantes de actitudes, comportamientos y estructuras existentes.

Por ello, el reconocimiento de las inequidades y de la discriminación como fenómeno con dimensiones colectivas tiene importantes secuelas para el diseño de políticas.

"La discriminación en el trabajo no desparecerá por sí sola; tampoco el mercado se ocupará por sí mismo de eliminar el problema. La eliminación de la discriminación requiere de todas las partes implicadas, esfuerzos y políticas deliberadas, orientadas y coherentes, durante un período de tiempo prolongado. La lucha contra la discriminación no sólo es deber de los gobiernos: es responsabilidad de todos. Empresas, organizaciones de empleadores y de trabajadores y víctimas de discriminación y sus asociaciones, tienen interés y un papel que desempeñar a la hora de lograr la igualdad en el trabajo."

Segregación ocupacional por género: Concentración de hombres y mujeres en diferentes tipos de trabajos, sectores, niveles o categorías.

Segregación horizontal: Grado en que los hombres y las mujeres se concentran en diferentes sectores. Esta segregación refleja la extensión al mundo laboral de las labores de cuidado. Las mujeres se ven generalmente confinadas a un número menor de ocupaciones, en los sectores que requieren menos calificaciones, brindan menores oportunidades de desarrollo profesional, están relacionados con el cuidado de personas (docencia, enfermería, trabajo doméstico) y/o presentan menores niveles de remuneración.

Segregación vertical: Grado en que los hombres y las mujeres ocupan diferentes posiciones jerárquicas dentro del mismo sector ocupacional Se manifiesta en la existencia de un techo de cristal, que actúa como una barrera invisible para la continuidad del desarrollo profesional. Dentro de un mismo sector, las mujeres tienden a ocupar los menores rangos jerárquicos como lo demuestra el hecho de que como promedio mundial al comenzar el siglo XXI detentan menos del 5% de los altos puestos en las corporaciones.

Si bien las manifestaciones de la división sexual del trabajo así como de la segregación ocupacional han ido cambiando junto con las profundas transformaciones en el mundo del trabajo y en el orden económico, político y social aún persisten importantes brechas de desigualdad de género muchas de ellos se expresan mediante los indicadores clásicos del escenario laboral pero también van apareciendo nuevas brechas y expresiones de la inequidad que son consecuencia de los propios cambios.

Sólo como recordatorio de estos indicadores clásicos aplicados a América Latina y El Caribe:

  • las mujeres han dejado de ser un fuerza laboral secundaria: 5 de cada 10 participan en el mercado de trabajo;
  • el desempleo femenino sigue siendo mayor que el masculino: es 1.4 mayor que la de los hombres;
  • la disparidad o brecha salarial por género continúa: para las asalariadas el ingreso promedio es el 70% del de los hombres;
  • el empleo femenino está afectado por la informalidad y la desprotección social en mayor medida que el de los hombres y, por ende, la calidad de su empleo es menor. El 57.1% de la ocupación femenina se da en la economía informal mientras que este guarismo es del 51% para los hombres;
  • el sector empresarial también se caracteriza por un sesgo de género: las microempresarias establecen empresas más pequeñas en los sectores minoristas y de servicios, su acceso al crédito siguen siendo más complejo y recortado, su posibilidad de manejo de la información y las oportunidades de negocios también son menores, etc;
  • la carga total de trabajo de las mujeres supera a la de los hombres provocando una difícil conciliación entre trabajo y familia.  Las horas destinadas por las mujeres a las actividades domésticas son hasta cuatro veces más lo que es particularmente fuerte en los grupos socioeconómicos más vulnerables y en los tramos del ciclo vital asociados a la tenencia de hijos/as;
  • la jefatura femenina en los hogares urbanos sigue creciendo y sus hogares tienden a ser más pobres. Se ubica en el 30 % y en 11 de 18 países estudiados en la región la incidencia de la extrema pobreza es superar al resto de las familias.


------------
* OIT. La hora de la igualdad en el trabajo. Ginebra: OIT.

Undefined
Tesauro: